La Deriva, el grito audaz de Vetusta Morla

Deriva.

1. f. Variación lenta y continua de una propiedad que puede ser medida respecto de un valor, dirección o punto preestablecido

2. f. Evolución que se produce en una determinada dirección, especialmente si esta se considera negativa.

3. f. Mar. Abatimiento o desvío de la nave respecto del rumbo establecido, por efecto del viento, del mar o de la corriente.

Cualquiera de estas definiciones resultaría perfecta para describir «La Deriva«, el último trabajo de vetusta morla. Un compendio de doce temas directos, eficaces, con la firma ineludible de la banda, reflejo de una actualidad que nos golpea duro, de manera certera y a la que la banda no quiere dar la espalda. Una transición leve, casi imperceptible de un primer vistazo pero que a las escuchas va dejando ver su cara más dura, el poso a ratos amargo y siempre severo.

Vetusta morla continúan en este trabajo con su apuesta por la instrumentación acústica utilizando metales (a cargo de la sección de vientos del grupo No Reply), cuerdas y las percusiones que han caracterizado a la banda desde sus inicios con su famoso bidón como regio testigo. Tanto se vierten en esa faceta que canciones como “Alto” rozan compositivamente el folclore, creando arabescos en mitad del disco, bálsamo reparador para el alma.

Las melodías de «La Deriva» están fundamentadas, casi en su totalidad, por las líneas de bajo que marca Álvaro B. Baglietto, otra de las señas de la casa vetusta y de las que siempre hemos sido grandes admiradores: “dame una buena línea de bajo y moveré el culo” decía aquel. Si bien es cierto que en algunos temas este se enmascara con un sonido más sucio, tirando de fuzz, como en “La Deriva”, “Fiesta Mayor” o el final de “Mosca en la pared”, lo que potencia la agresividad contenida de los temas hasta erizar el vello.

En el plano de la lírica nos topamos de bruces con la cara más densa, amarga y contestataria de vetusta morla. Con un primer single como “Golpe Maestro” («fue un golpe maestro dejarnos sin ganas de vencer», «fue un golpe maestro quitarnos la sed», «nos queda garganta, puño y pies», “metieron sal en sobres”) dejan claro que la cosa no está para bromas, poniendo en serio compromiso a la realidad de la situación actual. Pero también hay hueco para los momentos de la vida estival contada a golpe de jerga ciclista en “Tour de Francia”; el drama casi palpable a flor de piel de la angustia de “Las salas de espera”; el caciquismo en estado puro apostado en una “Fiesta mayor” y la canción épica que siempre encontramos en un disco de vetusta morla, “Una sonata fantasma”, donde nos debemos dejar llevar inmersos en su onírica propuesta.

En definitiva, nos quedamos más que satisfechos con el tercer trabajo de, pese a quien le pese, una de las bandas de referencia de nuestro país. Porque saber jugar con las dinámicas, capturar de manera concisa el instante y unirlo todo con el verbo y la prosa grácil es algo que, parece tan sencillo en sus manos, que a nosotros nos complace escucharlo de manera atenta y aprender de ello.