Sobre el registro obligatorio de las horas de trabajo

by Julen

La prensa está recogiendo estos días la entrada en vigor del registro obligatorio de horas de trabajo. Esta ley, aprobada en marzo pasado, ha entrado en vigor ayer domingo 12 de mayo de 2019. En principio parece que su objetivo es controlar los fraudes. Desde luego que en aquellos sectores en los que la presencialidad es inherente a la actividad laboral tiene sentido establecer algún tipo de control que impida la explotación laboral de las personas. No sé si esta es una buena medida. Entiendo que persigue un control mayor sobre el tiempo de trabajo. Y aquí es donde me paro a pensar: hay trabajos en los que aplica y otros en los que no tiene sentido alguno.

Sin embargo, este tipo de medidas es muy útil para hacernos caer en la cuenta de que aquello del supuesto «trabajador del conocimiento» es una verdad a medias -si es que no lo es en una escala muy inferior- porque sigue habiendo miles y miles de puestos de trabajo en los que la vara de medir es la presencia. Reconozco que yo me muevo en un escenario quizá extremo en el que trabajo y no trabajo se van entrecruzando varias veces al día. De hecho ahora mismo, mientras escribo estas líneas, ¿estoy trabajando? ¿Y si estuviera escribiendo una crónica de una ruta en bici, que también aterriza en este blog, estaría trabajando?

Más aún, si me descubro pensando en determinados asuntos de trabajo y anotando una idea, ¿es tiempo de trabajo? ¿Debería registrar todos esos momentos de trabajo y sumarlos para tomar conciencia de cuánto tiempo trabajo en realidad? ¿A lo mejor a quienes hemos optado por no tener jefes (digo de los tradicionales porque los clientes han reemplazado en parte esa función) no se nos puede imputar la misma ley que al resto de personas que trabajan por cuenta ajena?

¿De qué hora a qué hora trabajo habitualmente? Me volvería loco para responder a esta pregunta, a pesar de que tengo mis rutinas. Quizá un registro de dedicaciones me viniera bien para analizar qué hago y si es lógico que sea así. No seré yo quien diga que los registros no son necesarios. Ahora que vivimos en la era del Business Data Analytics, no hay como echarle más madera desde el lado del registro minucioso de cuándo trabajamos. Imagino un registro loco, con horas del día intempestivas y otras que funcionan a modo de valle. Habrá días en los que mi sistema vital me pida dejarlo y dedicarme a otras cosas y otros en los que una hora no es en realidad una hora, sino bastante más por la productividad que soy capaz de conseguir.

El tiempo de trabajo del que se solicita registro con esta nueva ley es un tiempo neutro, para nada vinculado a estados mentales o algo parecido. El tiempo de registro en tanto tiempo presencial no deja de ser una trampa. Pero, al mismo tiempo, es una manera de controlar que no se cometen excesos en una buena parte del trabajo actual. Porque en la economía del conocimiento resulta que hay mucho empleo basura que pide horas, cuantas más, mejor.

La semana pasada me enviaron desde mi asesoría los formularios para que cumplimentara los registros. Los miré y entré en estado de confusión mental. Luego enseguida me explicaron que se habían equivocado, que como trabajo conmigo y mis circunstancias, no hacía falta semejante desgaste neuronal. Pasado el susto inicial, volví a la carga y pensé en las enormes contradicciones del trabajo actual. Sí, en muchos casos sigue haciendo falta ese control de horas. Dé lástima o no, es lo que hay. Sí, se lo podemos explicar a Laloux, que la plenitud en el trabajo tienes estas cosas más vulgares, ¿verdad?

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